Conocerse a uno mismo es uno de los fundamentos del desarrollo personal ¿Cómo conseguirlo?
A veces nos preguntamos ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? y sentimos un terrible malestar ante la incertidumbre de no saber muy bien cómo contestar esas preguntas. Conocerse a uno mismo de alguna forma nos obliga a poner los pies en la tierra, de ser realistas y honestos con nosotros mismos, de “darnos cuenta” de cosas que quizá no nos gusten demasiado. Pero también es una forma de saber hacia dónde queremos dirigirnos y de conectar con nosotros mismos.
“HACER CONSCIENTE LO INCONSCIENTE”
El autoconocimiento, también es uno de los principios básicos para poder regular las emociones, relacionarse con los demás y luchar por nuestros objetivos.
Está muy ligado a nuestro bienestar emocional, aquellos que se conocen mejor suelen saber lo que quieren en la vida, no solo a nivel profesional, sino también en lo personal. Las personas que se conocen bien saben gestionar mejor sus emociones incluso en los momentos de mayor dificultad.
Hoy en día se habla mucho de la Inteligencia Emocional, la importancia que tiene gestionar nuestras emociones de forma correcta. Pero, ¿no es el autoconocimiento el punto de partida para ser una persona emocionalmente inteligente? Si no nos conocemos, no conoceremos nuestras propias emociones y no sabremos qué significan.
El autoconocimiento también está muy ligado a nuestra felicidad. Si nos conocemos, seremos más capaces de ponernos metas realistas y saber en qué lugar de nuestra trayectoria vital nos encontramos. Podremos planificar mejor nuestro futuro porque conoceremos cuáles son los movimientos y las acciones que debemos hacer para llegar a donde deseamos. Por ello, conectar con nosotros mismos, y descubrir qué nos motiva y cuáles son nuestros deseos nos permitirá gozar de una mayor felicidad.
¿Qué podemos hacer para mejorar el autoconocimiento?
Busca un momento tranquilo para pensar. Siéntate cómodamente con un papel y un boli. Divide la hoja en dos columnas, titula una FORTALEZAS y la otra DEBILIDADES. Piensa qué cosas haces bien y escríbelas en la columna “fortalezas” y qué cosas te parece que podrías mejorar, y escríbelas en “debilidades”.
Parece fácil ¿verdad? pero no lo es. No estamos acostumbrados a reflexionar sobre nuestras virtudes y defectos. De hecho, hay muchas personas que van a una entrevista de trabajo y cuando se les pide que resalten sus puntos fuertes o débiles se quedan en blanco.
A veces, es simplemente pudor o vergüenza. Nos han enseñado a no ensalzar nuestras virtudes, con una humildad mal entendida, y por ello cuando alguien nos dice algo agradable no sabemos simplemente dar las gracias, sino que intentamos quitarle importancia sintiéndonos avergonzados.
¿Hay algo que te apasione de verdad? Si lo tienes claro, eres uno de los afortunados. Muchos vamos por el mundo sin saber qué nos apasiona de verdad, probando aquí y allá, sin encontrar nuestro lugar.
Pero podemos buscarlo, de hecho, debemos buscarlo. Probar nuevas cosas, practicar deportes distintos, aprender actividades nuevas, conocer gente diferente.
Yo por ejemplo, me gustaría bailar, pero no lo hago porque me da vergüenza. No se me da bien seguir el ritmo pero siento envidia cuando veo a alguien bailando, y lo hace bien. El año pasado me apunté a clases de Zumba y estuve encantada, me gusta moverme al ritmo de la música, me queda mucho por mejorar pero ahí voy. Disfruto muchísimo en cada clase, además de aprender he conocido gente estupenda. Este año me voy a apuntar a clases de baile, sin abandonar las de zumba, por supuesto. Yo creo que si disfrutas con algo, debes intentar mantenerlo. Si has probado y no te ha gustado, prueba otra cosa, pero prueba.
Conocer nuestras pasiones puede ayudarnos a mejorar nuestra automotivación y nuestra felicidad.
Creemos que los demás nos ven de una manera, aquella que nosotros les mostramos. Pero de vez en cuando deberíamos chequear esto. ¿Qué transmito realmente? ¿Cómo me ven?
Pregunta a alguien de tu confianza. Quizá te sorprendas más de lo que crees.
Es una herramienta muy sencilla pero muy poderosa que pone en tus manos el poder de decidir hacia dónde quieres ir.
El funcionamiento es muy sencillo, haremos un círculo y lo dividiremos en tantas porciones como queramos. Nosotros elegimos cuáles son las facetas de nuestra vida que queremos evaluar para cambiar o mejorar. Las más habituales son 8: Familia, Amigos, Salud, Finanzas, Trabajo, Ocio, Amor y Desarrollo personal. Las iremos evaluando adjudicándoles una puntuación a cada una del 0 al 10, pensando que el 0 es muy malo o nulo y el 10 muy bueno.
La rueda de la vida nos ayuda a reflexionar sobre los diferentes aspectos que forman parte de nuestra vida: tus amistades, familia, trabajo, ocio, etc.
También nos hace reflexionar sobre nuestras prioridades, qué es realmente importante en nuestra vidas. A partir de ahí, en tu mano está plantearte las acciones que llevarás a cabo para transformar tu vida. Esto te permite conocer tu presente pero también saber qué futuro quieres.
Te dejo el link que te permitirá descargarte esta herramienta si te interesa: https://buscandoelrumbo.com/plan-de-accion/
En la parte de recursos gratuitos de mi página, encontrarás la posibilidad de descargarte un Plan de desarrollo personal que te ayudará a descubrir tu camino, conociendo cuál es tu punto de partida (en qué situación estás) y hacia dónde quieres ir. A base de preguntas que tú debes contestar, y con las herramientas adecuadas, profundizaremos en tu conocimiento personal, descubrirás lo que quieres, hacia dónde vas, y cuáles son los pasitos que debes dar para ir acercándote a tu objetivo.
Te dejo el link para que te lo descargues si quieres hacerlo:
https://buscandoelrumbo.com/plan-de-accion/
La atención plena en el momento presente nos permitirá disfrutar mucho más de nuestros “momentos buenos”. Yo la descubrí el año pasado en un curso de Mindfulness. Desde entonces he aprendido a disfrutar mucho más de la vida.
La Atención plena nos permite aprender a estar en el presente con una mentalidad no enjuiciadora, de aceptación, compasión y de apertura a la experiencia. Pon toda tu atención en aquello que haces en el momento, y disfrútalo. Hay momentos, cuando estoy a gusto con alguien, amigos, familia…. en los que hago una foto virtual (cierro los ojos, recreo la imagen y me imagino haciendo la foto) y la guardo en mi mente. Después, por la noche cuando me acuesto intento volver a ver todas esas fotos que he sacado durante el día y me duermo pensando que ha sido un gran día.
A lo largo de cada día, disfrutamos de momentos buenos (divertidos, interesantes, tranquilos, entretenidos….) y momentos no tan buenos (discusiones, disgustos, decepciones, malas noticias….). Dependiendo de en qué nos focalicemos más, al final del día tendremos una sensación de angustia o tristeza, o de alegría y agradecimiento.