
Podríamos definir las habilidades sociales como:
Cualquiera de ellas nos lleva inevitablemente a la misma conclusión, sin habilidades sociales nos será difícil vivir una vida plena y feliz.
Si tenemos unas buenas habilidades sociales, nos relacionaremos con los demás de forma sana y además disfrutaremos con ello, ya que nos permiten ser nosotros mismos, respetar nuestras necesidades, expresar deseos y opiniones pero también desarrollar nuestra empatía para entender a los demás y escucharles, ganándonos su respeto. Las buenas habilidades sociales, por tanto, son fuente de bienestar.
Si por el contrario carecemos de unos mínimos, nos encontraremos en muchas ocasiones con situaciones en las que lo pasaremos mal, en las que no nos sentiremos bien con nosotros mismos y con nuestro entorno, en las que no obtendremos lo que deseamos y queremos, nos costará expresar lo que sentimos u opinamos, y defender nuestros derechos de forma adecuada.
Las habilidades sociales no se heredan ni se nace con ellas, como piensa mucha gente, sino que se aprenden. No son un rasgo de personalidad, sino un patrón de conducta específico utilizado en situaciones sociales concretas. Lo que ocurre es que lo hicimos a una edad tan temprana que no recordamos haberlo hecho de forma consciente.
Durante nuestra primera infancia fuimos observando, copiando y modificando las conductas que veíamos en los demás. Y eso significa que, aunque nos suponga un enorme esfuerzo, podemos hacer lo mismo como adultos. Sólo que ahora lo haremos conscientemente.
Y es que las habilidades sociales son mucho más importantes de lo que creemos. Su utilidad no se limita a resolver conflictos, resultar convincente o mantener conversaciones interesantes. Su utilidad va a condicionar toda nuestra vida.
Nuestros éxitos profesionales, la relación con nuestros amigos y la imagen que proyectamos dependen de nuestras habilidades sociales, no de nuestros conocimientos o títulos universitarios. Por eso nuestra capacidad de relacionarnos con las personas es fundamental para ser felices.
Para tener unas buenas habilidades sociales hemos de asentarnos sobre 3 grandes pilares:
Autoconocimiento: es vital para mejorar nuestras habilidades sociales. Saber quién soy, qué me define, cuáles son mis valores, qué pienso o qué siento en según qué situación, cuáles son mis puntos fuertes, qué cualidades quiero mejorar…
Estudiar nuestras relaciones sociales nos permitirá conocernos más, al fin y al cabo nuestra forma de relacionarnos nos define. Explican qué nos mueve y cómo nos movemos. Si mejoramos nuestras habilidades sociales mejoraremos nuestra forma de vernos a nosotros mismos, aumentará nuestra autoestima y nuestra confianza.
Autoestima: No podemos tener buenas relaciones sociales si no tenemos una buena relación con nosotros mismos. Tener autoestima es tener una actitud positiva hacia ti mismo. ¿La tienes? Conociéndote a ti mismo sabrás cuáles son tus puntos fuertes para apoyarte en ellos y aprender a quererte, y cuáles son tus debilidades para trabajar en ellas y mejorarlas. Esto aumentará tu confianza y mejorará tu autoestima.
Autoconfianza: Cuando confiamos en nosotros mismos, nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort. Eso significa no dejar pasar las oportunidades que se nos presentan, hablar sin miedo, expresando ideas y opiniones, tener la humildad de reconocer nuestros errores porque no necesitamos demostrar nada a nadie, respetar a los demás y esto hará que a su vez nos ganemos su respeto. Tener buenas habilidades sociales nos hará sentirnos seguros de nosotros mismos, que nos sintamos capaces de afrontar retos, de arriesgarnos para cumplir nuestras metas y objetivos.
Habilidades sociales y comunicación
Nuestras habilidades comunicativas dicen mucho sobre quienes somos. ¿Te atreverías a intentar mejorarlas?
Las habilidades comunicativas que poseemos determinan el éxito de nuestras relaciones interpersonales, y, por eso, es necesario comunicarse bien en el trabajo, con nuestros amigos, nuestra familia, y en general con todas las personas que nos rodean. Conocer y dominar las habilidades comunicativas básicas aporta muchos beneficios, como ayudar a resolver diferencias o promover la confianza y el respeto mutuo.
Por ejemplo, es imprescindible poseer buenas habilidades de comunicación cuando nos enfrentamos a una entrevista de trabajo o si vivimos con alguien, ya que la convivencia es una negociación constante, hijos, pareja… Aunque comunicarse parece simple, muchas veces lo que comunicamos se malinterpreta o no se entiende bien. Por supuesto, esto puede causar conflictos tanto en nuestras relaciones personales como profesionales.
Cuando comunicamos correctamente los mensajes cumplen su propósito y reflejan nuestro pensamiento y nuestra actitud de forma eficaz.
Si algo caracteriza a las personas más felices es que cuentan con unas competencias de comunicación que les ayudan a encarar de manera más satisfactoria las distintas situaciones que se presentan en su día a día. No te desanimes si tienes dificultades para comunicarte porque nadie nace sabiendo. La comunicación, igual que otras competencias, se puede aprender, practicar y mejorar.
A todos aquellos elementos que nos ayudan a comunicarnos mejor con nuestro entorno se les llama “Habilidades comunicativas”.
Si quieres comunicar mejor deberás desarrollar las siguientes aptitudes, aprende a escuchar, es la base de toda buena comunicación. Sé más empático, si eres capaz de ponerte en el lugar de tu interlocutor le entenderás mejor. Desarrolla tu asertividad, te valorarán más por tu sinceridad y tu confianza. Sé lo suficientemente humilde como para reconocer que no eres perfecto y todos cometemos errores. Respeta y serás respetado.
Aprende a conectar con los demás
Ahora que ya sabemos cómo sentirnos más seguros y conversar mejor llega el momento de avanzar llevando nuestras habilidades sociales a otro nivel para forjar relaciones más sólidas.
Estamos acostumbrados a hablar de forma un tanto ex cátedra, objetiva, inflexible y tajante, sin que la comunicación nazca de lo que hemos observado y sentido.
“Esta película es muy aburrida” es un mensaje inmóvil. La película es así, y si para ti no lo es, estás desafiando mi mensaje.
En cambio, “Cuando fui a ver esta película tenía muchas expectativas, pero me aburrí bastante” es un mensaje que no causa conflicto, porque las experiencias y emociones que sentimos no se pueden discutir. Son nuestras. Lo que yo haya sentido no tiene por qué ser lo mismo que tú.
La comunicación emocional nos permite conectar con los demás y nos aporta dos beneficios.
El primero es que te abrirá a los demás y permitirá que te conozcan mejor. Y aunque creas que eso te hace vulnerable, estarás generando mayor agrado y cercanía.
El segundo es que ayudarás a que los demás empaticen contigo y se pongan en tu piel. El motivo es que las emociones se contagian, incluso solo con hablar de ellas.
Haz que la comunicación nazca de ti y empezarás a conectar emocionalmente con el mundo que te rodea.
Si para poder disfrutar de una vida sana y feliz dependemos de las personas que nos rodean, ¿no deberíamos intentar que nuestras relaciones con ellas sean lo más adecuadas posibles?