
¿Está realmente relacionada la Felicidad con la Asertividad? ¿Seremos más felices si somos más asertivos? El sentido común nos dice que sí.
Antes de nada, pensemos en lo que realmente es la “Asertividad”. Las personas asertivas, son aquellas que son capaces de decir lo que piensan y lo que desean sin herir a los demás. Tienen la capacidad de expresar sus pensamientos, ideas y opiniones de manera clara y sencilla, en el momento justo y a la persona indicada. Es una forma de comunicación. Esto significa que son personas que se relacionan con los demás de una forma sana. Respetan, y son respetados. No suelen necesitar aprobación, entienden que no pueden gustar a “todos”. Saben decir “NO”, porque conocen sus límites y sus necesidades y no tienen miedo de expresarlas. Saben escuchar, porque no necesitan ser centro de atención, y generalmente, saben empatizar, ponerse en el lugar de los demás.
La asertividad es la forma de comunicación más sana y correcta, pero no es la habitual. No es fácil ser asertivo. Cuando nos relacionamos con otras personas, muchas veces lo hacemos de forma pasiva y a veces, incluso agresiva, que son los dos extremos de la comunicación, y por desgracia, donde nos encontramos la mayor parte de la población, en mayor o menor medida.
En la comunicación pasiva, se encuentran personas que necesitan la aprobación de los demás, no saben poner sus límites y por eso muchas veces no dicen “NO” a cosas que realmente no les apetece hacer. Confunden el ser servicial, con ser servil. Quieren gustar a todo el mundo, las opiniones de los demás son muy importantes para ellos, y hacen casi cualquier cosa por gustar o caer bien.
Y finalmente, tenemos a los comunicadores agresivos. Sus necesidades están por encima de las de los demás. No piden, exigen. No agradecen, porque no tienen nada que agradecer, todo se lo merecen, suelen aprovecharse de otros (generalmente pasivos). No respetan, imponen. No escuchan y consiguen sus objetivos pasando por encima de quien sea.
Evidentemente, estamos hablando de conductas “extremas”. No encontraremos personas 100% puras en ninguna de las tres categorías. Es más, una persona que es asertiva en un entorno, puede ser pasiva en otro. Por ejemplo, es posible que alguien que en casa está a gusto, que su pareja le apoya, que sus hijos le respetan, sienta la confianza suficiente como para mostrarse asertivo en su entorno familiar. Al fin y al cabo, la asertividad está muy ligada a la autoestima y la confianza en uno mismo. Sin embargo, esta misma persona, puede que en el trabajo no se sienta valorada. Quizá tenga un jefe agresivo, o no se relacione bien con sus compañeros y su comportamiento podría ser pasivo en su entorno profesional. En ese caso, no se va a atrever a decir lo que piensa, va a hacer lo que le manden, sin objeciones, permitiendo que abusen de él, haciendo el trabajo que otros no quieren, o metiendo más horas de las que debiera…….
Con todo esto, ¿llegas a la misma conclusión que he llegado yo?
Seamos más asertivos, merece la pena. Yo llevo tiempo practicando, no es fácil, no se consigue de un día para otro pero te aseguro que si lo intentas y practicas se puede mejorar. Es una habilidad que te hará más feliz, merece la pena intentarlo ¿no?
Y recuerda:
“Cuando dices SÍ a otras personas, asegúrate de que no te estás diciendo NO a tí mismo”. Paulo Coelho.
Mónica Moreno M.